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Día del Papa, para acrecentar la estima, el afecto y la consideración por él

El domingo 3 de julio, la Iglesia celebra la solemnidad de San Pedro y San Pablo y nos invita a elevar plegarias por las intenciones del Santo Padre y a renovar nuestra comunión con la persona y ministerio del Sucesor de Pedro. Por eso, Monseñor Barrio invita a sus diocesanos a tomar conciencia de la figura del Papa para acrecentar la estima, el afecto y la consideración por él, acompañándole con oraciones.

En esta carta pastoral, el Arzobispo Compostelano recuerda la “entrañable veneración y afecto espiritual” con que la Iglesia ha vivido la muerte del Papa Juan Pablo II y la elección del Papa Benedicto XVI, “Vicario de Cristo en la tierra”.

En este día, la Iglesia pide “ofrecer a la Santa Sede una ayuda económica, apoyando al Papa en su solicitud por los más necesitados de todo el mundo”.

CARTA PASTORAL EN EL DÍA DEL PAPA
Junio de 2005
El Papa, Pastor de la Iglesia Universal
Queridos diocesanos:
Al celebrar el Día del Papa no podemos hacer abstracción de la naturaleza misteriosa y sacramental de la Iglesia, considerando cómo Jesucristo quiso el ministerio de su Vicario en la tierra. La definición de Pastor de la Iglesia universal, referida al Papa, recuerda a Cristo que vino a servir y “dar su vida por las ovejas” (cf. Jn 10,11). La figura del oficio de pastor encuentra eco en la
tradición bíblica: es el profeta Ezequiel quien la utiliza y posteriormente serán Jesús y los Apóstoles quienes hacen alusión a ella para hacer comprender la responsabilidad del ministerio en la Iglesia. En las cartas pastorales que con
este motivo os he escrito en los años precedentes, he procurado poner ante vuestra consideración el ministerio encomendado al Vicario de Cristo en la tierra, exhortándoos a la oración para agradecer su generosa disponibilidad en el cuidado vigilante del rebaño que le ha sido encomendado. Guía y Pastor en la Iglesia de Jesucristo Con entrañable veneración y afecto espiritual hemos vivido los acontecimientos de la muerte del Papa Juan Pablo II a quien el Buen Pastor haya acogido en su bondad, y la elección de su sucesor el Papa Benedicto XVI a quien Dios guarde muchos años. El Papa, guía y pastor según el designio providente de Dios, representa en medio de la Iglesia la presencia del
Resucitado, “de quien estaba muerto y ahora vive por los siglos de los siglos” (Ap 1,18). Ciertamente es una representación especial porque Cristo no está ausente. El había dicho: “Yo estaré con vosotros hasta la consumación del mundo” (Mt 28,20). En este sentido podemos considerar que el sucesor de Pedro es el “Vicario del amor de Cristo” a su Iglesia, centro de unidad y foco de convergencia de todos los redimidos.
La misión encomendada al Papa que “preside la caridad universal”, es hacer visible aquella guía interior del Espíritu y significar la unidad de los carismas y ministerios dados para la edificación de la Iglesia. Sin duda, desde otras perspectivas, algunos pueden pensar que es ciertamente una tarea
demasiado grande para que una persona pueda asumirla, pero se olvidarían que Dios escoge lo débil para confundir a los fuertes de este mundo. Los católicos sabemos que toda su grandeza en el gobierno de la Iglesia viene de Cristo y por tanto es a Cristo a quien se da todo el honor y la gloria, haciendo nuestras las
palabras del Apocalipsis: “Al que está sentado en el trono y al Cordero la bendición, el honor, la gloria y el imperio por los siglos de los siglos” (Ap 5,13).
Esta conciencia ha de acrecentar todavía más en nosotros la estima, afecto y consideración en relación al Papa, acompañándole con nuestra oración pues es la mejor forma de colaborar en comunión eclesial que nace del amor a Cristo y a
su Iglesia.


Gabinete de Comunicación del Arzobispado de Santiago de Compostela