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Entierro de fray José Gómez: el cardenal Carlos Amigo preside el multitudinario funeral del que fue obispo de Lugo durante 27 años

El cadáver de Fray José Gómez se trasladó desde el Palacio Episcopal, lugar donde, desde su fallecimiento en la madrugada del martes 8 de enero, permaneció la capilla ardiente. Seis presbíteros condujeron el féretro hasta el templo lucense en una procesión que abrió el cortejo fúnebre seguida de una cruz entre dos cirios.

Ya en la misa, el cardenal Carlos Amigo, que era amigo personal de Fray José Gómez, agradeció al arzobispo de Santiago, Julián Barrio, que le hubiera permitido presidir el funeral en memoria de quien fuera "su compañero de estudios, de comunidad y su superior". "Fray José y los que le conocíamos de cerca sabemos que solamente quería ser enterrado en un lugar: en el corazón de las personas que lo han conocido", disertó. Amigo destacó el carácter de franciscano de su "compañero", un vinculo que dijo se "le notaba bastante". Tras la misa los restos mortales fueron sepultados en la propia Catedral de Lugo, en la capilla de San Froilán.

El funeral fue seguido por cientos de fieles, junto a autoridades y contó con la presencia de un centenar de sacerdotes, además de por once obispos, del arzobispo de Santiago y del prelado que reemplazará a Fray José Gómez, Alfonso Carrasco. Entre las ausencias, se comentó mucho la no presencia del cardenal Rouco Varela, que es tío precisamente del nuevo obispo de Lugo.

Fray José ha muerto con gran serenidad. En varias ocasiones pidió la Santa Unción de enfermos, se confesó y recibió, hasta poco antes de su muerte, la Sagrada Comunión. Sus últimos días en el Hospital, donde permaneció acompañado de su familia y de sacerdotes de la Diócesis, transcurrieron con mucha paz interior y con un silencio meditativo. No sólo sufrió la agonía física del cuerpo sino también, como Cristo en Getsemaní, la agonía de la inteligencia. Consciente de todo lo que ocurría a su alrededor, sobrellevó, con sabiduría franciscana, todo el largo proceso de su enfermedad desde Julio del año 2006. Descanse en paz.

En declaraciones recientes a distintos medios, Fray José confesaba que quería ser recordado como un fiel servidor de todos y como alguien que siempre ha sabido estar cerca de aquellos que le necesitaban. Querido, respetado, valorado como Pastor y Padre, ha sido un ejemplo para seguir y un testimonio vivo para imitar.


Biografía

Fray José H. Gómez González nació en Lalín el 3 de abril de 1932. Realiza sus estudios primarios en la misma villa y en Cea (Orense) y la enseñanza secundaria en los Colegios franciscanos de Herbón (Padrón) y Ponteareas. Ingresa en la Orden franciscana en 1948, emitiendo sucesivamente la profesión simple el 13 de agosto de 1949, y la profesión solemne el 18 de agosto de 1953.
Realizados los estudios de Filosofía y Teología sucesivamente en los Colegios Franciscanos de Ponteareas y Santiago, se ordenó sacerdote en esta última ciudad el 24 de junio de 1956. Ante el resultado brillante de sus estudios eclesiásticos fue elegido
inmediatamente para proseguir los de la carrera universitaria en Roma. En 1953 se licenció en la Facultad de Teología, sección de Moral, del Pontificio Ateneo Antonianum.

Llevado de su innata vocación jurídica, se inscribió luego en la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Lateranense de Roma obteniendo la Licenciatura en Derecho Canónico en junio de 1959 y la Licenciatura de Derecho Romano en junio de 1960.

Culminaba esta carrera con la obtención del Doctorado in utroque iure, defendiendo solemnemente su tesis doctoral sobre Los elementos esenciales del matrimonio romano el 24 de junio de 1961. Este estudio fue publicado más tarde (Santiago, 1967).

Su personalidad eclesiástica de profesor, publicista, conferenciante y, sobre todo, de animador religioso se manifestó con fuerza y aceptación a partir de 1962. Ejerció el profesorado con gran intensidad. Simultáneamente impartió cursos de Derecho
Canónico en el Colegio Teológico Franciscano y en el Centro de Estudios de la Iglesia; de Deontología Profesional en la desaparecida Escuela de Secretariado y en la Escuela
de ATS de la Facultad de Medicina de Santiago; así como de Filosofía Social y Ética Profesional en la Escuela de Asistentes Sociales. Completó estas actividades docentes con reiteradas intervenciones en la prensa y en la radio sobre temas de mentalización cristiana y a través e series de conferencias sobre el matrimonio y problemas familiares.

Mantuvo siempre al día su formación intelectual gracias al contacto directo con la bibliografía especializada y a su participación en congresos científicos y concursos de
especialistas en materias teológicas y jurídicas. Su excelente capacidad e síntesis y su notable conocimiento de los principales idiomas europeos le facilitaron esta amplia tarea. La intensidad de esta dedicación profesional no le impidió ser ante todo y más
que nada un hombre de Iglesia.

En la Provincia Franciscana de Santiago desempeñó sucesivamente los cargos de Vice-Rector del Colegio de Santiago por dos trienios, del Rector del mismo Colegio durante tres años, de Vice-Provincial durante un sexenio, y de Prefecto Provincial de
3 Formación. Al igual que la Provincia Franciscana, la Iglesia compostelana contó ininterrumpidamente con sus servicios de profesor, conferenciante y animador religioso.

El Prelado Mons. Suquía los valoraba significativamente al encomendarle durante los últimos años el cargo de Delegado Episcopal de Religiosos en la Archidiócesis Compostelana.

Pero la huella de Monseñor José Gómez quedó impresa sobre todo en un más amplio apostolado popular: en los colegios universitarios; en las clínicas como la del Doctor Echeverri; en los grupos matrimoniales; y más que nada, en el confesionario. A las
personas -sobre todo universitarios y profesionales- que solicitaron sus servicios en esta ámbito religioso y ministerial dedicó Mons. Gómez muchas horas y, seguramente, los momentos más felices de su vida. Sus raíces lalinenses, su cultura romana, su
vecindad compostelana y una vida entregada a la milenaria y romana ciudad de Lugo hacen de él un servidor de la Iglesia de Dios en su solar galaico.

Su consagración episcopal tuvo lugar durante la celebración eucarística que comenzó a las cinco de la tarde del 28 de junio de 1980, vigilia de la solemnidad de los Apóstoles Pedro y Pablo, en la Capilla Mayor de nuestra Catedral. Actuó como consagrante el entonces Nuncio de Su Santidad en España, Don Luis Dadaglio, asistido de D. Ángel Suquía Goicoechea y Don Fray Carlos Amigo Vallejo, Arzobispos de Compostela y Tánger respectivamente, con quienes concelebraron los demás Obispos de la Diócesis
gallegas, los Auxiliares de Santiago y Oviedo, los de Palencia y dimisionario de Tánger, el Provincial de los Franciscanos de Santiago, Rector de San Francisco el Grande de Madrid, Abad Mitrado de Osera, Prior de Samos, Abad de la Colegiata de La Coruña, además de un numeroso grupo de sacerdotes diocesanos y religiosos. Actuaron como padrinos de la ceremonia D. Arturo Gómez y Dª. María Cruz Gómez González, padre y hermana, respectivamente, del nuevo Prelado.

Fotografía: Carlos Rodríguez Arias
R.